VIDAS "EJEMPLARES"
Pajín o las virtudes laborales del progresismo
15 de Julio de 2008 - 01:23:17 - Pablo Molina
Detengámonos un momento en escrutar el bagaje vital de los recientes nombramientos del Adolescente para dirigir el PSOE. Una nota característica salta a la vista: La mayoría de los dirigentes no ha tenido precisamente, digamos, una trayectoria estimable en el terreno profesional, intelectual o empresarial ajeno al mundo de la política.
Como el Adolescente, hay un sector de dirigentes, mayoritario de hecho, que no ha hecho en su vida otra cosa que medrar en las estructuras del partido.
La tesis de las escuelas de pensamiento liberal que han analizado con más interés el fenómeno del Estado, afirma, por deducción, que entre los sujetos que tienen como objetivo en la vida coaccionar a sus semejantes desde el parlamento o los gobiernos no suelen encontrarse a ciudadanos emprendedores, con iniciativa, capaces de idear formas más eficientes para cubrir las necesidades de sus semejantes y con los arrestos para llevarlas a cabo jugándose su patrimonio. Tampoco aquellos que dedican su vida a hacer avanzar las fronteras del conocimiento humano en los campos de la ciencia, el arte o el pensamiento o con ideales elevados de nobleza que les impiden fagocitar la riqueza del prójimo, sabiendo que no tienen ningún derecho.
Por el contrario, las estructuras de la partitocracia están formadas abrumadoramente por personas convencidas de su derecho a esquilmar el bolsillo de sus semejantes para llevar a cabo sus planes de ingeniería social. En realidad, muerto el socialismo, ya ni de eso se trata. Es decir, quienes se dedican a la política desde los quince años, como la socialista de apellido diminutivo aunque satisfactorio, no quieren traer la revolución, sino hacer carrera dentro del partido alternando puestos orgánicos y de representación pública (según los cambios de tendencia o humor del líder), de forma que con treinta años vayan por derecho propio a cualquiera de los numerosos cementerios de elefantes que la partitocracia tiene establecidos para las cesantías, como los consejos de administración de empresas públicas, las cajas de ahorro por la cuota partidista, las televisiones públicas o cualquier ONG de las que ingresan anualmente cantidades de más de seis cifras, por supuesto procedentes de las arcas públicas.
Leyre es tal vez el paradigma, pero hay muchos ejemplos en cualquier partido, si bien hemos de reconocer que en la izquierda el especimen abunda mucho más por una cuestión lógica que otro día explicaré.
Leyre nació, fue la delegada de su curso en el colegio (¡hizo campaña! contó su madre a las revistas, orgullosa de que en vez de estudiar se dedicara a hacer el chorra imitando a los políticos de la tele), fue a la universidad y allí se convirtió, faltaría más, en representante de los estudiantes y miembra del claustro, lo que sin duda le ayudó a aprobar las asignaturas de la carrera. Terminados los estudios (parece que los terminó y no solamente los "inició" como alguno de sus correligionarios), saltó al parlamento nacional y, gracias al Adolescente, a la secretaría de estado con Moratinos, cuyas andanzas, las de ambos, por tierras sudamericanas repartiendo ciertas subvenciones de forma discreta algún día saldrán a la luz.
Escuchar a alguno de estos funcionarios de la política tiene únicamente utilidad como experimento antropológico, pues nos da la medida exacta del nivel de parasitismo social que la partitocracia promueve. Al cabo de unas cuantas sesiones, cualquier inteligencia media se siente insultada porque estos tiorros y tiorras se autodenominen "nuestros representantes". Cuando las pajines, las sorallas, los pepignos y los lasalles asoman el careto en la tele, mi dedo acciona inmediatamente el botoncito rojo del telemando. Es una respuesta psicosomática que me lleva a admirarme de lo sabia que es la naturaleza, dotándonos de esos mecanismos tan útiles para evitarnos ciertos sufrimientos.
Leyre Pajín, en el parlamento, ganándose honradamente las habichuelas con el sudor de su frente. Obsérvese cómo señala con sus dedos precisamente esa parte de la anatomía para que no queden dudas.